Lo que te asemeja a Rafa Nadal: el opositor como deportista de alto rendimiento

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A nosotros nos encanta la alegoría de la carrera de fondo. La utilizamos constantemente al hablar del proceso de opositar porque creemos que unas oposiciones requieren, del aspirante, muchas de las aptitudes (o actitudes) de un deportista de alto nivel: tesón, sacrificio, valor o positividad.

Queremos profundizar en esta idea: ¿qué tiene en común un deportista de alto nivel como Rafael Nadal, que hace una semana conseguía su 13º Roland Garros, con cualquiera de los opositores que llenan las aulas de Tecnoszubia y terminan, a base de estudiar durante años, con una plaza en su profesión? Mucho más de lo que crees: no es una comparación excesiva.

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Objetivos

Es habitual escuchar a Rafael Nadal en entrevistas explicar cómo lidia con sus objetivos, los cuales van más por el lado “de ser competitivo” que por el de “ganar títulos”, tal y como ha explicado en más de una ocasión. Una suerte de partido a partido que bien se puede aplicar el opositor -y sabemos que muchos lo hacen-: el ingrediente número uno para llegar a buen puerto, tal y como hemos visto más de una vez, es la constancia y tener claro a dónde queremos llegar.

Lo ideal, cuentan los expertos, es que estos objetivos sean alcanzables, para que conseguirlos, poco a poco, favorezca el ánimo. Concentrarse en lo que está por venir, estructurar nuestra mente en función de objetivos; olvidarse del pasado para dar lugar al siguiente punto: el pensamiento positivo.

Pensamiento positivo

Así es: el pensamiento positivo, tanto para los mayores deportistas de la historia como para nuestros opositores, es una clave fundamental. Para Nadal, que ha contado varias veces cómo de importante es “sacar fuera todos sus pensamientos negativos”, el pensamiento positivo, ese que se extrae al, simplemente, alcanzar un hito dentro del partido -aunque no suponga la victoria-, es un impulso incuestionable y necesario.

¿Qué vamos a decir de la mentalidad de un deportista como él? Quizás sea una de sus principales fortalezas. Remontadas, devolver pelotas imposibles dentro de juegos interminables o incluso quedarse en la orilla…está en su ADN. Y todo, incluso lo malo, tiene su lado positivo. “Ganar o aprender”.

Perseverancia

Es fácil imaginar cómo cada lesión de un deportista de élite puede asemejarse a los tropiezos en forma de suspensos y notas que no llegan de un opositor.

Si Rafa Nadal ha tenido que reinventar su juego con cada lesión, la perseverancia, la capacidad de levantarse después de caerse, define a muchos de nuestros opositores y es una actitud, igualmente, muy de deportista de élite. Lo vimos hace un año con las oposiciones suspendidas y lo seguimos viendo día a día en nuestras aulas: si los objetivos están claros y las motivaciones se mantienen, nadie -ni una pandemiani una pandemia– puede con el aspirante.

Preparación

Nadal, en su tío, Toni Nadal, ha tenido uno de sus principales pilares. Igual pueden decir nuestros aspirantes: la figura del preparador y la fe que el opositor deposite en él es fundamental.

Porque cuando todo se derrumba, cuando los avatares del destino no nos acompañan, siempre están ellos; dejarnos llevar por la preparación y los preparadores, abrazar su cercanía y corresponderla, es un primer paso fundamental para todo lo que está por venir, para comprender que, acompañados, somos más fuertes.

Humildad

Ser conscientes de nuestras limitaciones y saber que no todo depende de nosotros. La humildad, compañera de los más grandes deportistas de la historia, debe serlo también del aspirante que se enfrenta a un proceso de la magnitud de unas oposiciones. Tener los pies en el suelo, controlar la confianza, incluso cuando has logrado tu objetivo, y nunca olvidarte de los que te acompañaron en el proceso. ¿Acaso hay algo más importante?

 

 

 

 

 

 

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