La utopía del IES Julio Verne: una sinfonía educativa que difumina las distancias entre asignaturas y grupos
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Han recibido el premio a la Mejor Experiencia Innovadora Secundaria y Bachillerato del Salón Internacional de Tecnología e Innovación Educativa (SIMO Educación 2021): la metodología del IES Julio Verne ha mejorado los resultados de los alumnos y les ha puesto en el mapa de la innovación docente; un ejemplo inspirador para maestros y profesores de todo el mundo. ¿Quieres saber más sobre ella?
Un aula; ocho enfoques; sesenta alumnos
Cuentan en Magisnet que la idea comenzó cuando Ana Hernández, profesora de Historia del Arte, les hablaba a los alumnos de 4º de E.S.O sobre las pinturas de Velázquez y, mientras tanto, escuchaba a través de la pared a la docente de Historia contándole a su grupo cómo era el Museo del Prado a nivel arquitectónico.
“Pensé, yo hablando del contenido del Museo del Prado y ella del continente. ¡Qué tontería! Al siguiente día lo hicimos juntas, la cosa fluyó, resultó maravilloso y, a partir de ahí, se fueron incorporando materias”, recuerda Ana Hernández. Comenzaba así una metodología que, tras el experimento inicial, ha propiciando que los alumnos “comprendan que las cosas no ocurren porque sí, sino que todo obedece a un momento social, cultural o económico. Esa idea de que está todo conectado luego ellos se la llevan a su interpretación del día a día del mundo”, continúa.
¿En qué consiste exactamente la metodología? En organizar clases con varios profesores juntos, de distintas materias. Esto, permite abordar cada cuestión desde diferentes prismas, consiguiendo que los alumnos alcancen un mayor nivel de comprensión.
Por ejemplo, y en el supuesto de tratar el Imperio Napoleónico, los profesores de Música, Inglés, Historia o Arte se ponen manos a la obra y se juntan para tratar, respectivamente, desde la interpretación de ABBA de la canción Waterloo, el papel de Gran Bretaña en la Guerra de la Independencia, el fin del Imperio de los Cien Días o la historia de Jacques-Louis David, pintor oficial del emperador.
En este reportaje publicado en El Español, los responsables explican que la clase termina con un «vídeo tipo cómic sobre la Revolución Francesa o un pequeño examen a través de la aplicación Kahoot». Esto permite, además, comprobar sobre la marcha si los alumnos han adquirido los conceptos correctamente. Lo que aprenden en estas clases especiales quincenales no se vuelve a dar, pero sí cae en los exámenes de final de trimestre.
«Se trata de conectar y que lleven el conocimiento a su día a día»
Para los profesores -que se han llegado a juntar 8 en una clase de 60 alumnos-, esto es un esfuerzo extra, por supuesto. Pero es un esfuerzo que da resultados y que también es beneficioso para el equipo docente. Así, al menos, lo argumentan desde el Claustro de este instituto: «Somos ocho compañeros preparando clases juntos, el de Arte trabaja con el de Inglés, Lengua, Biología… Nos convertimos en un equipo en el que eres más que un compañero para que los niños lo entiendan todo sin parcelas, que sea un conocimiento coordinado y enlazado«, explica Hernández.
Y en cuanto a los alumnos, los docentes inciden en que los efectos positivos fueron evidentes desde el primer momento. «La atención a cada alumno es más cercana porque somos muchos profesores con muchos chicos, con lo que se atiende mejor a todo tipo de alumnado y hemos visto que el que sacaba notas regulares las saca mejores y el que las sacaba buenas las saca aún mejores”, argumenta la profesora.
Al final, el innovador proyecto, junto con otros puestos en marcha durante los últimos años, ha llevado a este centro a estar entre los más solicitados de la región. Y lo que es más importante: los alumnos están motivados y los docentes, más satisfechos que nunca con su trabajo.
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