El Faro, Etapa I: La ilusión y el efecto pigmalión

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La primera etapa para todos los opositores suele estar marcada por la ilusión. Con el camino recién empezado, las expectativas del aspirante están por las nubes. En el horizonte, la posibilidad de dedicarse profesionalmente a tu vocación en un empleo que aporte estabilidad y buenas condiciones. Estos primeros meses, por tanto, no suelen tener en la actitud del aspirante un enemigo, más allá de la creación de falsas expectativas y, sobre todo, a la influencia de las expectativas de los demás sobre nuestro rendimiento.

¡Que no te roben la ilusión! El efecto pigmalión o cómo las expectativas y creencias de los demás nos afectan directamente

“Todos somos genios, pero si juzgas a un pez por su habilidad para trepar árboles, vivirá toda su vida pensando que no sirve para nada”. No es un secreto que lo que piensan los demás ejerce cierta influencia sobre nosotros. Sus expectativas y creencias sobre nuestras capacidades y aptitudes pueden afectar directamente a nuestro rendimiento. No lo decimos nosotros, es algo que está demostrado: el Efecto Pigmalión, un experimento clásico que fue llevado a cabo por los investigadores Robert Rosenthal y Lenore Jacobson, incide, precisamente, en esto.

Profecía autocumplida

¿Qué utilidad puede extraer el opositor de este experimento?

Lo primero: ser conscientes de que las expectativas, positivas o negativas, nos condicionan, es importante. Si nuestra mente juega a nuestro favor y tenemos un entorno que nos motiva y nos apoya en este comienzo de oposiciones, los primeros pasos, la base de nuestras oposiciones, serán los correctos, Pero si, al contrario, nos hacemos un flaco favor y nos cuestionamos en exceso o nuestro entorno se llena de comentarios negativos, puede que estemos conduciéndonos hacia el fracaso.

Porque el efecto pigmalión camina de la mano de las profecías autocumplidas: todos esos pensamientos predictivos que terminarán guiándonos y cambiando los resultados en base a nuestras creencias. Por eso es fundamental rodearse de personas que sumen, siempre, y no te boicoteen. Pero tampoco lo hagas tú contigo mismo; sé realista en tus expectativas y no te dejes llevar por el pasado. El proceso de opositar es un proceso nuevo, que, en muchas ocasiones, transforma a los aspirantes. Estás en la etapa más ilusionante, en el comienzo. Con un entorno sano y un diálogo interior en el que prime la autoestima y la seguridad, todo irá bien.

¿Cómo evitar que nos perjudique?

Los expertos aclaran que lo principal es detectar los pensamientos negativos para, posteriormente, analizarlos y entender qué creencias limitantes hay detrás y, normalmente, darnos cuenta de la poca solidez que tienen dichos pensamientos. Te recomendamos que los escribas; que les des vida. Durante el proceso, cambiará tu perspectiva: ¡no es para tanto!

En segundo lugar, es fundamental recordar experiencias que nos ayuden a comprobar que nuestros augurios no son del todo ciertos. Seguro que en tu trayectoria hay pasajes que te hacen ver que, efectivamente, puedes con todo. 

Y si estás leyendo esto desde el otro lado y no eres aspirante sino que en tu entorno hay opositores, recuerda: cuida el lenguaje y las etiquetas que utilizas. Sé comprensivo: tus palabras pueden condicionar.

Trata a una persona como es y permanecerá como es. Trata a una persona como puede ser y podría ser y se convertirá en lo que puede y podría ser.“ Stephen R. Covey

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